Hace aproximadamente dos semanas sucede lo que absolutamente nadie quieres cuando duermes solamente dos horas al día, y no, no es dormirte con un cliente al teléfono y roncar tan fuerte que despiertas al hijo de tu vecina, sino sufrir una crisis nerviosa que te recuerda a ti y a todos los que esta a tu alrededor que eres humano. Eso me sirvió al menos para tener unas merecidas vacaciones (luego de sufrir dolores de espalda debido al estrés, estar al borde de la gastritis por los cambios de horario en el trabajo y una déficit en mis riñones por la falta de agua, pero quien habla de eso.)
El verdadero punto es que durante estas pequeñísimas vacaciones que logre obtener de mis obligaciones, decidí darme una vuelta por mi pueblo natal, en el cual todavía esta viviendo gran parte de mi familia y a las que no les importa ser parte de una gran metrópolis. Fue en ese momento en el que me di cuenta de lo que me estaba haciendo a mi misma y a los que me rodeaban. Me di cuenta de que es algo bonito ser independiente, tener la oportunidad de seguir tu educación para algún día ser alguien y también poder comprar cuanta cosa necesites para cumplir esos sueños, necesidades y placeres momentáneos que tenemos de vez en cuando, pero... a que precio? Detenerte un momento de tu ajetreada vida y darte cuenta de que tu cuerpo ya no da para mas, darte cuenta de que las personas que amas aún están ahí esperando a que les brindes un minuto de tiempo, pero que no estarán ahí para siempre. Darte cuenta que entre mas buscas, mas vas dejando atrás.
En estas dos semanas por primera vez, no tuve miedo de contestar mi teléfono, pensando que tenía algún trabajo pendiente de la universidad, no temía levantarme demasiado tarde como para perder la buseta de la empresa en la que trabajo. Por primera vez luego de meses de preocuparme por un millón de responsabilidades no tuve que hacer absolutamente NADA, y a partir de ese momento me di cuenta de que, aquellas personas que te rodean, algunas veces son las que en verdad cuentan. Aquellos momentos que puedas pasar con tus amigos y familia no se van a volver a repetir así que es importante valorarlos como si fueran el último, por que no sabes cuando pueda serlo.Y que la tierrita que amas pesa mas que cualquier belleza mundial.
Como lo ultimo les dejo el atardecer desde Puerto Armuelles, Chiriquí. Orgullosamente el pueblo que me vio nacer y que me espera, no importa cuando tiempo me tome el volver.
Con cariño, Ariis.
Con cariño, Ariis.